El pasado día 5 la Camerata Clásica de Ponferrada ofreció en el Teatro Bergidum de nuestra ciudad su Concierto de Reyes. Es la primera vez que he escuchado esta orquesta y confieso que he quedado gratamente sorprendido por su calidad interpretativa. Doce instrumentistas que hicieron las delicias de un público escaso, fiel y disciplinado que se refugió en el paraíso del teatro para desafiar los ruidos del espectáculo de la calle que amenazaba con la Cabalgata de Reyes a bombo y platillo. Ciertamente el día concedido por el teatro para el concierto no fue el mejor para los aficionados ya que a sus puertas en medio una competencia desleal sus Majestades de Oriente reclamaban con mucho bullicio la atención de padres y niños. Sin embargo la Camerata no defraudó a nadie. Es más, supuso para todos una bocanada de optimismo, arte y sensibilidad en medio del desierto musical en este tipo de formaciones al que se nos condena con frecuencia en Ponferrada. Fue todo un regalo de Reyes por parte de una orquesta que lleva el nombre de la ciudad y a la que deberíamos mimar mucho más.
Interpretaron la Obertura de la Suite Abdelazer de H. Purcell; el Concierto en DoM para Violonchelo y Orquesta de A. Vivaldi y la Tarantella de W.H. Squire. En esta última obra presentaron como violonchelo solista al niño Luis Aracama Alonso quien a todos nos recordó las magistrales interpretaciones que en su tiempo hacía Mozart siendo infante en los salones de las cortes europeas. La fuerza expresiva, el ritmo, la seguridad y la expresividad de las que hizo gala este concertista todavía niño, entusiasmó a todo el público, que al final no fue ya tan escaso. Atención a este nombre que con el tiempo, en un futuro próximo, dará mucho que hablar.
Pero la obra más esperada en este concierto fue el estreno absoluto de Evocaciones (Suite Alla Rústica para cuerdas) de Hugo Fernández Languasco, organista de la Basílica de Ntra. Sra. de la Encina. Se trata de una obra con la que su autor evoca lugares y melodías ligados a su infancia que es la propia patria del compositor. Se reconocen fiestas escolares, patios del colegio, bailes populares e incluso las fiestas de los barrios… Quiso escribirlos para fijarlos y compartirlos antes de que esos recuerdos se vayan con el compositor. Tanto es así que entregó la tutela de estas evocaciones para que sobrevivan en manos de la Camerana Clásica de Ponferrada a quien se los ha dedicado.
La composición se articula en cuatro tiempos: Danza: Se trata de un allegro con ritmos de chacarera camuflados en una fuga de gran calidad. Serenata: conforma el tiempo lento clásico de este género musical. En él dialoga una viola solista con la orquesta. Ella (la viola que hace de mozo) requiebra a la moza (la orquesta) junto a su reja. Siempre nos quedará la incógnita sobre si el lance amoroso se resuelve con un desgarrón o culmina en mutuo entendimiento. Barrio: esta parte refleja el ritmo de danza en un barrio en el que no puede faltar un “tango” para una fiesta popular de esencia puramente platense durante una noche de verano. Pampeana: Esta parte retorna al más puro folclore pampeano. Se trata de un vigoroso “malambo” que sin duda es la quintaesencia de la música más esencialmente argentina.
Se trata de una obra de construcción sólida en la que se nota que el autor maneja a la perfección el arte y los resortes de la composición. Su especial habilidad para la armonía y el perfecto conocimiento de los recursos de la fuga y el contrapunto, tan elementales en la música del órgano, le ofrecen alas para que asuma y componga desde el bien hacer y la profundidad de miras cualquier género musical.
La prquesta ha bordado su concierto. Abordó un estilo nada habitual en su repertorio pero con unos logros realmente magníficos. Desde el barroco ingles de Purcell o el discurso camerístico Vivaldiano de la primera parte al otro estilo tan opuesto del nacionalismo sudamericano plagado de ritmos, cadencias y timbres novedosos hay una gran distancia. La Camerana Clásica de Ponferrada ha asumido esta obra con gran dignidad como si todos los días estuviese interpretando composiciones así. Se ajusta a un lenguaje académico y clasicista pero sabe sentir y hacer vivir el lenguaje de la música cuidando la frescura de los matices y demás efectos sonoros. Esto nos habla de la calidad tanto de esta formación musical como de su director Daniel Bombín del Val que escondido tras su violín marca el ritmo, la vida y la expresión de todo el conjunto.
Merece la pena que las autoridades y entidades del Bierzo apoyen mucho más tanto a este grupo orquestal que lleva el nombre de la ciudad de Ponferrada cuanto al compositor H. Fernández Languasco que compone música maravillosa viviendo entre nosotros y acompañando en el órgano las celebraciones del pueblo todos los días. Sueño que de formaciones como esta nazca un día la primera Orquesta Sinfónica de la Comarca del Bierzo.
14/1/2015 Antolín de Cela Pérez (Rector de Basílica de la Encina)
Diario de León
